Traducir textos es algo mucho más complicado que copiar y pegar en el traductor de internet. Una buena traducción requiere no sólo conocimiento del idioma original del texto sino de un conocimiento cultural bastante amplio para poder traspasar a otra lengua lo que un lector en el país de origen lee entre líneas. Cuando se trata de literatura los problemas se multiplican porque por lo general los literatos son expertos en el uso del lenguaje y su riqueza consiste en decir más con menos palabras.
Si nadie duda de la grandeza de un escritor como Edgar Allan Poe, nadie debe dudar tampoco de las complicaciones que representa traducir su gran obra. Cualquiera puede hacerlo, claro está, pero no cualquiera logra transmitir todos los sentimientos que provoca este autor en su idioma natural, y no transmitir el terror en los cuentos de Poe sería para él mismo un fracaso. En este caso, Julio Cortázar, gran admirador (y podríamos decir también que gran alumno) suyo, demuestra que sólo un escritor de gran talento puede traducir exitosamente a otro gran escritor.
Si los cuentos de Poe son tan conocidos y disfrutados en el mundo hispanohablante se debe en gran medida al extraordinario trabajo de traducción de Julio Cortázar, y es que éste conocía a la perfección no sólo el inglés de Poe, sino también toda su teoría acerca del cuento y de la narrativa. Todo este conocimiento le ayudó a Cortázar también en su propia literatura, pues al igual que Poe es reconocido como un excelente narrador y, principalmente, gran cuentista. No obstante, en este espacio queremos recordarlo como traductor, pues sin dicha labor nos perderíamos de unas deliciosas versiones de los cuentos de Edgar Allan Poe.
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