Comenzó Tokio 2020. Ideas sobre la inauguración

Comenzó Tokio 2020. Ideas sobre la inauguración

Vladimir Villalobos López

Cuando alguien se va, alguien queda.
El punto por donde pasó un hombre, ya no está solo.

César Vallejo

Casi siento que fue la semana pasada cuando, como parte de la clausura de Río 2016, Japón anunció las olimpiadas en su país por medio de un video en el que el derroche de tecnología y personajes emblemáticos de aquel país (personajes pop, de videojuegos y animes) ilusionó a muchos. Claro, hace cinco años fijar la mirada hacia el sol naciente prometía mucho, sobre todo para los que de alguna manera han sido cautivados por algún juego o programa japonés (casi todos, sospecho).

Ahora ya todos sabemos cómo resulta la esperada inauguración de los juegos olímpicos de Tokio 2020: pospuesta hasta 2021, con estadios vacíos y en medio de estrictos controles sanitarios ante la pandemia de covid-19 que parece preferir las competencias de resistencia. ¿La inauguración habría sido planeada de otra manera y se cambió en vista de los sucesos?, ¿en algún mundo paralelo sin coronavirus los anhelos de encontrar a Pikachu o a Serena en la ceremonia se habrían vuelto realidad?

Más allá de esta ausencia de personajes reconocidos, salvo por el uso de drones, los japoneses apostaron, en general, por mostrar aspectos más tradicionales de su cultura. Había escrito recuperar en vez de mostrar, pero creo que en realidad no es algo que corra peligro y que necesite ser rescatado de alguna manera. Tal vez recordar sería un término más acertado. Nos recordaron y se recordaron a ellos mismos aspectos e ideas que en tiempos de pandemia y virtualidad de pronto se pasan por alto. No por nada lo más aplaudido fue la presentación de los pictogramas correspondientes a cada disciplina olímpica, la cual se hizo por medio de esos efectos especiales rústicos (a falta de un mejor término, perdón) que me recordaron videos de hace diez o más años en los que usaban una técnica similar para jugar ping pong o justamente para competir en las olimpiadas.

Ahora que los juegos han empezado y las medallas se reparten por aquí y por allá, parece que la ausencia de público afecta a las competidoras y a los competidores. Algunos señalan que quizá la falta de competencias durante el año pasado también ha influido. Sea el motivo que sea, y aunque mi memoria olímpica no es fotográfica, sí siento que el rendimiento no será el mejor de manera general (y eso que no ha comenzado el atletismo, ¿a quién le pedirán esos clásicos aplausos que la gente en los estadios suele darles a modo de motivación?).

Por lo pronto, ya ha habido algunas sorpresas interesantes y México ya tiene una medalla de bronce y una de plata, aunque la argenta la ganaron compitiendo en nombre de otro país (ya saben cómo son las autoridades políticas y deportivas en este país).

De estas competidoras de tiro con arco que se pagan por su cuenta entrenamiento y equipo (ninguna novedad), me vino a la mente un haikú de Issa Kobayashi, justamente de la sección de verano (recordemos que los haikús hacen referencia a una estación específica del año, a esto se le llama kigo). El haikú dice “Floreció la flor de loto. / Me despiojo, / hago esto sólo”. Según los traductores, Shinjiro Hirosaki y Ricardo de la Fuente, se trata de verano justo porque el loto ya ha florecido, y el poeta no se da cuenta de la belleza que lo rodea en medio de este florecer, pues él sólo presta atención a su despiojarse.

En esta dualidad de lo bello de los cerezos y lo impuro de los piojos se sustenta el poema de Issa y, de alguna manera, los días todos, con cuarentena o sin ella, con olimpiadas o no. Quizá por eso la inauguración fue así, para devolvernos la mirada a los cerezos (al Fuji) y dejar de lado un rato el despioje de virus y exceso de virtualidad que ha significado el último año y medio. Quizá no, sólo estoy buscando consolarme por no ver al Gundam de 60 metros que se construía en Japón para estas fechas olímpicas.

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