Por Luis Carlos Carabel
“Consideramos el texto electrónico como un nuevo
medio de comunicación, sin verdadera relación con el papel.
La única semejanza es que distribuimos las mismas obras,
pero en cuanto la gente se haya acostumbrado, no veo cómo el papel
aún podría competir con el texto electrónico, sobre todo en las escuelas.”
Michael Hart
Este año se cumplirán 50 desde que Michael Hart digitalizó la Declaración de Independencia de los Estados Unidos y, a partir de ahí, fundó el Proyecto Gutenberg, con el objetivo de digitalizar el mayor número posible de textos de dominio público para que estuvieran disponibles de manera gratuita en internet.
Para lograrlo, creó un sistema de digitalización de libros apoyado en voluntarios y con mucho esfuerzo publicó la increíble cantidad de 10 libros para agosto de 1989, es decir, un libro cada 1.8 años. A partir de ahí, y ya con el apoyo de la World Wide Web, logró aumentar de manera exponencial el número de voluntarios y de libros publicados.
En 1991, el Proyecto Gutenberg digitalizaba a un ritmo de un texto por mes, y durante cada año siguiente duplicó ese ritmo hasta alcanzar los 32 textos por mes en 1996.[1] En 1997 publicó su libro número 1000 y, seis años después, ya contaba con 10000 títulos, en octubre de 2003. En la actualidad, el sitio web del Proyecto Gutenberg ofrece más de 60000 libros en casi todos los idiomas.[2] Si el propósito de Michael Hart en 1971 era que la mayor cantidad de libros electrónicos estuvieran disponibles para cualquier usuario de internet, ¿en qué momento debería dejar de publicar el Proyecto Gutenberg? La cifra de 60000 libros electrónicos es más que suficiente para que todas las personas con acceso a internet puedan descargar y leer algún texto por el resto de sus vidas.
A pesar de ello, se siguen publicando cientos de libros electrónicos cada mes y miles de profesionales y voluntarios se suman a esta labor. La Online Books Page, creada en 1993, desde entonces se encarga de indexar los libros electrónicos disponibles de manera gratuita en internet, y al 1 de enero de 2021 presume una lista de más de tres millones de libros en diferentes idiomas y formatos. También enlaza a las 15 principales bibliotecas virtuales comerciales,[3] la más grande de las cuales, Amazon, ofrece más de un millón de títulos sólo dentro de su suscripción de pago mensual (Kindle Unlimited); es decir, sin contar todos los libros electrónicos que publican cientos de autores y editoriales y que no forman parte de la suscripción.
A su vez, las editoriales comerciales publican cada año cientos de libros electrónicos que en conjunto deberían satisfacer las necesidades de lectura de todos los usuarios de internet. Sin embargo, esto no ocurre. El número de lectores en entornos virtuales no se compara con el número de lectores de libros físicos y, para la mayoría de las editoriales, el catálogo electrónico sigue siendo mucho menor que el catálogo impreso.
¿Cómo se puede explicar que, a pesar de tener un catálogo de miles de libros electrónicos disponibles de manera gratuita en internet, la abrumadora mayoría de lectores siga comprando y leyendo predominante o exclusivamente las versiones impresas? La declaración de Michael Hart a inicios de los años setenta del siglo pasado, y que sirve como epígrafe a este capítulo, es muy ilustrativa tanto de los objetivos del Proyecto Gutenberg como del problema que aqueja al mercado de libros electrónicos desde que nació.
¿El libro electrónico no tiene una verdadera relación con el papel? Desde luego sí la tiene. A 50 años de distancia, la inmensa mayoría de títulos publicados en versión electrónica parten de (y en ocasiones emulan) la versión impresa. Tanto lectores como editores no hemos logrado desprender del papel los textos que leemos. Nos encantan el papel manchado y las imágenes fijas. Eso es el libro para la mayoría de los lectores.
De lo anterior surge el principal problema, en mi opinión, en cuanto a los libros electrónicos. Michael Hart afirmó con lucidez: “en cuanto la gente se haya acostumbrado, no veo cómo el papel aún podría competir con el texto electrónico”. La realidad es que el texto electrónico no ha sido nunca competencia para el papel precisamente porque no nos hemos acostumbrado; en cuanto lo hagamos, aprovecharemos todas sus comodidades, pero mientras no nos acostumbremos, el libro seguirá siendo el papel.
Después de 50 años desde que Michael Hart creó el Proyecto Gutenberg y a pesar de tener ya un catálogo de tres millones de libros gratuitos disponibles en internet, aún no nos acostumbramos. ¿Nos acostumbraremos algún día? Yo creo que sí. Cuando el mundo se acostumbró a internet, un correo dejó de ser una carta o tarjeta postal y se volvió un email con todo y @. Los noticieros se están volviendo canales en YouTube. Las clases, las presentaciones y los conciertos se volvieron videoconferencias desde el año pasado. La televisión, la música y el cine se han vuelto una suscripción. Con las aplicaciones hacemos mucho de lo que antes hacíamos con objetos físicos. ¿Por qué seguimos creyendo que el libro sólo es libro cuando está impreso en papel?
[1] Marie Lebert, Una corta historia del ebook, Proyecto Gutenberg, 2009. Disponible en: <http://www.gutenberg.org/ebooks/29803>.
[2] En español se ofrecen 630 libros.
[3] Amazon Kindle, Apple Books, Barnes & Noble Nook, Google Play Books, Hoopla Digital, Kindle Direct Publishing, Kindle Store, Kobo, Lulu, NoiseTrade, OverDrive, Inc., PocketBook Reader, Scribd, Smashwords y Wattpad.
Leave a Reply
You must be logged in to post a comment.