Experiencias comunes. Las cadenas del libro y la piratería

Experiencias comunes. Las cadenas del libro y la piratería

Vladimir Villalobos López

“[…] algunos sueñan con un mundo perfecto en el que un texto protegido por el derecho de autor se pueda traducir en signos (también protegidos) mediante un sistema de reglas (protegidas) sin más intervención humana que la necesaria para alimentar de cinta una máquina, mientras el dinero fluye sin parar a los bolsillos de todos los participantes.”

Robert Bringhurst

«Pero he aquí
que Abigael Bohórquez tiene que vivir.
A como dé lugar, se dice.
Resuelve. Vuelve a sentar palabra.
Y premoniza.
Andando.
Hoy es día de muertos.
Y por eso.»
Abigael Bohórquez

En los últimos días (porque esto del internet y la hiperconexión nos hace olvidar pronto) ha surgido una polémica a partir de que Pirateca acercó al poeta Abigael Bohórquez a cientos (¿de miles?) de lectores, ya sea porque piratearon su libro Poesía reunida e inédita, ya porque esto generó una ola de reacciones que, en suma, hicieron que el poeta sonorense volviera a boca de muchos como, quizá, no lo había hecho durante tantos años en que la maquinaria cultural y editorial lo habían mantenido en el ocultamiento y el olvido.

No es mi intención comenzar una disertación sobre los derechos de autor y cómo sus defensores, lejos de defender al autor, buscan proteger un sistema abusivo en el que el poeta es sólo la máscara tras la que el mercado justifica sus atropellos (sobre esto ya escribí un poco en otra columna). Al final, Pirateca es sólo uno de muchísimos esfuerzos por acercar las manifestaciones culturales y artísticas impresas a quienes les interese. Intentar juzgarla, desaparecerla y llamarla malvada de nada sirve si autores, libreros, editores, distribuidores, lectores y, en fin, todos los que participan en la cadena del libro no se detienen a pensar por qué justo ha de tratarse de una cadena (cuando todos sabemos que las cadenas han de romperse, ni que fuéramos qué). He leído cómo editores acusan a libreros y aplauden que Amazon les gane la chamba, ¿por qué ese ejercicio de crítica no podría aplicar para ellos mismos?

Pero, ojo, sabemos que de entre los eslabones más perjudicados de esta cadena, después de los autores, están las propias editoriales (al menos las pequeñas), y que la distribución y los puntos de venta suelen ser «los ganones”. ¿De verdad es preferible señalar a quien hace visibles las grietas y los absurdos de este sistema que buscar maneras distintas de hacer las cosas? La vieja normalidad se avergonzaría de nosotros, defendiendo a críticos sin brújula, ni calendario, y tratando de condenar (otra vez) al sonorense al ostracismo.

La primera vez que supe de Bohórquez fue por ahí de 2015, un compa de la especialización dedicó su investigación a las esdrújulas palabras del poeta que pasó parte de sus últimos años en la periferia mexiquense. Muchos años después, pude hacerme de dos volúmenes de su poesía que la UACM editó. Aunque en realidad se ha hecho poco ruido a su alrededor, tanto durante sus 59 años de vida, como tras los casi 26 que han pasado desde su muerte. Me recuerda al caso de Roberto Bolaño (y a los estridentistas en general), aunque pronto el mercado editorial y la crítica descubrieron que podía descafeinarse al escritor chileno y ponerle varios signos de pesos a su obra (basta ver el fervor con que Alfaguara se dedicó a reeditar su obra, mientras celebraban estas ediciones quienes antes ninguneaban al autor).

Lo de Bohórquez no tiene esa magnitud. El libro en cuestión lleva cinco años publicado. ¿Por qué nos enteramos de él sólo hasta ahora y gracias a Pirateca? Que no engañen a nadie con su defensa del autor. Fue justo el sistema basado en los derechos reservados (ya sabemos para quiénes) el que ha mantenido embozados a poetas como Abigael; aunque, perro como su poesía, el autor mismo nos advertía esto en uno de sus poemas: “Mi perro siendo perro no mordía. / Mi perro no envidiaba ni mordía. / No engañaba ni mordía. / Como los que no siendo perros descuartizan”. Molesta que lo lean, no que los libros editados con dinero del erario sigan en las bodegas (¿cuándo iban a sacarlos de ahí?).

Que siga, pues, el canto sonorense, y la discusión honesta. No pretendo agotar el tema (ni al lector) ni escribir el punto final al respecto, eso se los dejo a los que apelan a la ley, como si ésta fuera sinónimo de justicia divina e inapelable, como si valiera. Mientras tanto, los lectores seguirán leyendo, con la venia del gremio editorial o no, en la civilización o en el lugar de la carne asada (a veces a los defeños se les olvida que hay otras realidades). Habrá que prestar atención a cómo las editoriales, si les importa, podrían cuestionar ese encadenamiento del que también son presas. Ojalá pronto el mundo sin Piratecas sea una realidad, no por su intento actual de aniquilamiento, sino porque dejen de ser necesarias. Mientras tanto, a leer, a compartir, a platicar y difundir. Por un mundo en donde quepan todos los mundos, aunque suene a frase hecha.


Vocabulario

Pirata

  1. adj. Navegantes que asaltan y roban barcos en el mar. Se diferencian de los corsarios porque éstos tienen el permiso del Estado y los piratas no. “Entonces ¿leemos ediciones piratas o corsarias?”
  2. adj. Clandestino, no autorizado. “Y sin embargo se mueve lee.”

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